domingo, 22 de enero de 2023

9) La espléndida Cartagena colonial


Cartagena tiene un pasado destacado, una herencia histórica colonial que por suerte ha sido bien conservada. Se detecta en Getsemaní y es arrolladora nada más acercarte al recinto amurallado. Si no fuera por la multitud de turistas (entre los que nos encontramos), casi parecería una ciudad de otro tiempo, lo que en realidad es, pero viviendo un presente en el que los visitantes lo son casi todo.

La Torre del Reloj, el acceso a la ciudad amurallada

La curiosa configuración geográfica en la que se ubica Cartagena de Indias hace que tenga el mar por casi toda su periferia, algo no demasiado frecuente. 

Y es que muy cerca de la puerta de acceso a su recinto amurallado llega el extremo de una bahía que ha sido la fuente de su riqueza, pues en ella podían refugiarse los barcos casi con toda garantía de seguridad.

La Torre del Reloj, iluminada por la noche, un lugar siempre animado y lleno de gente

 A la ciudad colonial amurallada se accede por la puerta de la Torre del Reloj, una parte de la muralla que parece cortar por la mitad una plaza que se extiende a ambos lados del muro. La torre se levantó en el siglo XIX sobre la puerta de la muralla.

A unos metros de la torre, en el exterior de la muralla, una estatua de Miguel de Cervantes ocupa un lugar destacado.


Una vez en el interior del recinto, la zona donde vivían las élites del pasado, se recorre un barrio remozado y bien mantenido, en el que no se aprecian desmanes urbanísticos, aunque alguno hay.

Paseando por la muralla de Cartagena, viendo el mar y disfrutando de la brisa


Como teníamos tiempo y habíamos previsto realizar un free tour por la ciudad amurallada, en un primer momento la recorrimos un poco sin rumbo. Es atractiva, realmente bonita, un placer pasear por sus calles.

Un 36% de la población de Cartagena es afroamericana o mestiza

Sabemos que Cartagena tiene el segundo índice de pobreza de toda Colombia, y es también una ciudad donde la corrupción ha hecho estragos años atrás, provocando sucesivas crisis municipales. Posiblemente sea tanta necesidad la que lleva a la calle a una legión de vendedores ambulantes, y que al visitante se le ofrezca de todo mientras camina. 


Resulta indudable que el casco antiguo está bien cuidado, en general, y menudean esculturas atractivas.


Llegada la noche, iniciamos el regreso a nuestro hotel pasando por el muelle de los Pegasos, muy cerca de la Torre del Reloj.


La muralla ofrecía una atractiva imagen nocturna.

En la plaza de Santa Teresa aguardando el inicio del free tour

Al día siguiente, de mañana, decidimos recorrer el casco histórico en un free tour para tener un mejor conocimiento de su historia y de su realidad actual. Fue largo, algo más de dos horas, y el resultado digamos que mediocre, en ningún caso el esperado.


En realidad información recibimos muy poca, casi nada que no conociéramos previamente.

Éramos unos treinta los participantes en el free tour 

El guía, Brandon, simpático y dicharachero, muy teatral, se preocupaba más de los chascarrillos y de emplear tiempo en que nos presentáramos, en lugar de incidir en lo que a nosotros nos interesaba. En cualquier caso, aguantamos hasta el final.

Antigua Casa de los Jesuitas, ahora Museo Naval

Acabada la visita, seguimos pateando Cartagena a nuestro aire.

Disfrutando de sus plazas, de sus calles, del ambiente.

Incluso de sus llamativas esculturas.


Y según se acercaba la noche la ciudad parecía cobrar nueva vida. En ello influye, sin duda, el calor y la humedad de Cartagena, del Caribe en general, que con la oscuridad se suaviza.


Por las calles vimos muchos indígenas ofreciendo productos de artesanía.

La estatua del fundador de la ciudad preside la plaza donde se vendían los esclavos

La ciudad va ganando vida con las sombras y belleza la plaza interior de la Torre del Reloj, la llamada plaza de los Coches, presidida por la escultura de Pedro de Heredia, fundador de Cartagena (1533) y su primer gobernador. Ocupa este lugar destacado pese a que la historia recoge su extrema crueldad con los indios y grandes dudas sobre la limpieza en la gestión de la ciudad. De hecho, terminó siendo destituido y al regresar a España para limpiar su nombre murió ahogado.


De nuevo nos admiramos de la animación de las calles cartageneras en cuando asoma la noche.

Y disfrutamos de las estatuas de los Pegasos, instaladas en 1920 en el muelle próximo a la Torre del Reloj.


Recorriendo Cartagena, forzosamente se pasa por el palacete donde estuvo instalada la sede de la Inquisición. La versión del guía del tour y de los libros de historia difieren sobre el alcance de la represión aplicada en Cartagena por este deleznable tribunal eclesiástico. Miles de muertos según el primero o unos pocos en los  últimos.


En el edificio impresiona por lo que significaba la ventana donde cualquier persona pasando a caballo podía dejar una denuncia anónima para su investigación por el Santo Oficio.


Por supuesto, como en otros lugares de Colombia, se aprecia la presencia de Botero. En este caso, la imagen de una mujer desnuda sobre la que circula la leyenda de que tocarle un pecho trae buena suerte. Debe ser  muy conocida y seguida pues sus pechos están especialmente brillantes y desgastados por el roce.

En una de sus plazas se estaba grabando un programa de Master Chef Colombia


Al caer la tarde recalamos en un local de la cadena Crepes and Waffles, de la que habíamos oído hablar y creada en 1980 por una pareja de estudiantes de Bogotá. Según Jazmín, realiza contratos a su plantilla en condiciones razonables y destina parte de sus beneficios a causas sociales. Este de Cartagena ocupaba un palacete de varias plantas y nos instalamos en la terraza. Al fondo, las torres de una iglesia. Es una cadena muy implantada y sus locales son magníficos. Y del precio, qué decir: seis hermosas crepes y bebidas, zumos la mayoría, por 6 euros persona.


El edificio era llamativo, espectacular incluso, y nos trataron muy bien. Bueno, eso ocurría en casi todos los sitios, gente muy amable los colombianos.

San Pedro Claver con su ayudante, un esclavo

Nos llamó la atención la escultura de San Pedro Claver y su ayudante esclavo. Claver fue un jesuita español que dedicó su vida a aliviar la de los esclavos en un puerto negrero como Cartagena. Aunque goza de buena prensa, no entendimos bien su papel. Supuestamente aguardaba la llegada de barcos negreros para atender a los desgraciados raptados de África. Explicaron que los atendía para ayudarles a recuperarse... pero después, ya saneados, eran vendidos. Por tanto, podría entenderse que en realidad ayudaba a los esclavistas a tener el producto en mejor estado para su venta. No nos quedó claro.

Santuario de San Pedro Claver

Otro de los personajes  de Cartagena es la "India Catalina" que, aparte de esta estatua en el casco histórico, tiene otra enorme en una céntrica rotonda. Y precisamente con una reproducción en pequeño de esta figura (aunque se duda que se parezca a su imagen original) se entregan periódicamente en Cartagena unos premios audiovisuales. 


Parece ser que era una indígena que fue raptada por los españoles en los primeros tiempos y educada de tal forma que llegó a dominar por completo el castellano. En 1533 Pedro de Heredia pidió que le trajeran a la "india traductora" y a partir de ahí se le atribuye un papel importante en la pacificación de las relaciones con los indígenas, aunque para todo haya opiniones. 


En la jornada de despedida de Cartagena visitamos el centro comercial La Serrezuela, construido alrededor de la plaza de toros que, obviamente, ya no cumple su función inicial. De hecho, la última corrida de toros en esta plaza se celebró en febrero de 1973, hace ya medio siglo. Y esta fue la tercera plaza existente en la ciudad, las dos anteriores ya desaparecidas. La primera había sido inaugurada en 1893. Después todavía se construyó la cuarta, destinada ahora principalmente a actividades culturales ya que el alcalde ha prohibido los toros.


Es un sitio chulo, con las tiendas instaladas en un edificio circular periférico a la plaza, y con vistas al antiguo coso taurino reconvertido en plataforma para eventos. De hecho, estando allí lo preparaban para el banquete de una boda. Sin duda, un uso más lúdico y racional que torturar animales. Nosotros nos limitamos a dar una vuelta y conocerlo, y también almorzamos: había una variada oferta de establecimientos con un comedor general bien puesto. Comimos sabroso, aunque para la economía local sin duda es un centro comercial caro.



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