martes, 10 de enero de 2023

y 17) Regresamos de Colombia "sin dar papaya"

Fue la primera frase de colombiano que aprendimos antes del viaje y la mantuvimos interiorizada durante todo el mes. "Tened cuidado, no deis papaya", lo que viene a significar que no exhibas cosas de valor (móviles, ropa incluso) y tampoco joyas y mucho menos dinero. Aunque estábamos en ello, hubo gente que nos lo recordó en varias ocasiones si exhibíamos celulares de buen aspecto o llevábamos la mochila en la espalda. Sea cual sea el motivo, lo cierto es que regresamos sin protagonizar y ni siquiera presenciar incidente alguno, Ni siquiera un accidente de tráfico, y eso que este capítulo no es precisamente una asignatura sencilla.

Resumen de los procesos de paz que ha vivido Colombia en las últimas décadas

Sin embargo, no se puede obviar que la seguridad en Colombia ha sido siempre un problema fundamental. Es un país famoso por la violencia, tanto la que deriva de lo que eufemísticamente llaman "conflicto", como la proveniente digamos de la delincuencia normal. Por eso, cuando comentamos con amigos y familiares que nos íbamos un mes a Colombia no fueron pocos los que consideraron que podía ser un turismo de riesgo. Habíamos leído sobre la situación en este país que ahora conocemos un poco, que en los últimos años ha dado un vuelco  positivo. Sin embargo, algunos aspectos de la realidad colombiana siguen sorprendiendo al viajero español.

Imagen habitual de concertinas en una calle de Bogotá

Las concertinas forman parte del paisaje urbano de Colombia. Están por todos los lados: en los tejados de comercios, cerrando las vallas de condominios, de colegios, por supuesto en recintos militares y, en fin, donde mires. Los primeros días te chocan, luego empiezas a acostumbrarte y finalmente ni te fijas, pero siguen ahí.


Y no solo las concertinas, también las vallas electrificadas, que en muchas ocasiones van unidas.

Igualmente abundan las rejas, pero no en las ventanas, como puede haber en España, sino vallando completamente patios de pequeños negocios o de casas particulares, cerrando, incluso por arriba, el sitio donde se aparca un coche en una vivienda unifamiliar. 


Paralelamente, en Colombia la policía está presente por todos los sitios. Y no uno o en pareja, a veces en grupos de cuatro o seis, y unos metros más adelante otro; y en coche, en moto y en las carreteras, donde no es raro que paren vehículos para controlar. 
Junto a esta abundancia de agentes oficiales, el sector de la seguridad privada es, debe ser, potentísimo. Los hay en abundancia, en bancos, oficinas y en oficinas, así como es restaurantes y aparcamientos. Nos ocurrió estar en un italiano y a unos metros, un vigilante con pistola al cinto sentado con ropa civil en la barra. Por otro lado, muchos de los vigilantes privados tenían perros rottweiler o similares dotados de unos bozales que los hacían, si cabe, más intimidatorios.
El 1 de febrero teníamos previsto sacar efectivo de un cajero. Estábamos en Medellín y cajero al que íbamos tenía una cola enorme y bastantes vigilantes privados equipados con llamativas pistolas de cañón muy largo, medio metro o así. La gente había cobrado y todo el mundo iba a retirar su sueldo, por lo que habían incrementado la vigilancia para evitar robos. Imponía un poco.

Un Bogotá de casas bajas hace un siglo a los pies del cerro de Monserrate sin árboles

Todo esto era especialmente visible en Bogotá, la capital, que alcanza los ocho millones de habitantes. Es una urbe moderna, con rascacielos, avenidas, jardines y mucho tráfico (no tiene metro). Por eso nos llamó la atención esta foto colgada en el vestíbulo del funicular de Monserrate, una imagen de casitas bajas donde ahora hay torres. Entonces la ciudad no llegaba a los 300.000 habitantes.

Bogotá hoy desde Monserrate

Nada que ver con la actualidad, como se aprecia en una foto que hicimos desde la cima de Monserrate. Lo que eran casitas ahora son torres.

Recordatorios en el lugar del asesinato de Gaitán

En Colombia son aficionados a colocar placas en  lugares públicos. Informan de todo lo que allí ha pasado, quien nació en esa casa o cualquier hecho destacado. Se hace en todo el mundo, pero allí abundan de manera especial. A modo de ejemplo, un tanto extremo, la fachada del edificio del centro de Bogotá ante el que asesinaron a Jorge Eliecer Gaitán, líder del Partido liberal, en 1948. Este magnicidio fue el origen del llamado bogotazo, que incendió la urbe, y no solo en sentido metafórico, y provocó un enfrentamiento civil que en su primera fase duró una década y del todo no ha terminado todavía.

El inductor de un rapto, que ejecutó un pintor reconocido, ha merecido ser recordado en una placa.

Y como ejemplo de placa bastante surrealista, por su contenido, esta colocada también en un punto céntrico de Bogotá, en el barrio de la Candelaria. 


En ese panorama de disminución de la violencia y de la delincuencia, tuvimos la suerte de visitar uno de los prototipos de la nueva situación, que no es otro que la Comuna 13 de Medellín: antaño ejemplo de sitio peligroso y hoy, siendo todavía una favela, aunque mejorada, modelo de recuperación social y económica, aunque quede mucho camino por recorrer.


Claro está, no todo el que tiene temor a ser asaltado recurre a la policía o a la vigilancia privada; a veces utiliza recursos propios un tanto heterodoxos.


Colombia es el país del mundo con mayor diversidad de aves. Y dentro de su amplio muestrario, la principal (dejando el cóndor andino al margen) es el colibrí. Hemos hablado en el blog de este pequeño pajarito tan simpático, y como no tenemos fotos propias recogemos esta hermosa escultura colocada en el parque de las Araucarias de Santa Rosa de Cabal.

Gestoría en la calle para resolver escritos y trámites

Siguiendo con las curiosidades, en el centro de Medellín encontramos a una especie de amanuenses, no muy lejos de la plaza Botero, que ofrecían sus servicios a quien quisiera contratarlos. Algo parecido a una gestoría callejera dotada de personal con máquina de escribir y ordenador. No tuvieron problema alguno en que los retratáramos.


También sorprende al visitante el sistema que utilizan para dar publicidad a los pleitos. Lo que aquí nutre boletines allí se coloca en grandes carteles en las vías públicas. El de la imagen estaba en el Camino Real de Barichara a Guane, en el mismo lugar del conflicto, pero se ven con frecuencia en fachadas.


Y este manual de comportamiento de los empleados municipales de Medellín es toda una delicia. Está colocado en el Museo de Antioquía, que anteriormente había sido la sede del Ayuntamiento. Aunque han transcurrido setenta años desde entonces, las recomendaciones podrían considerarse muy actuales.
De las cosas que muestran las calles de la populosa capital paisa algunas causan digamos que cierto espanto. Por calles céntricas ocupadas por la venta ambulante paseaban hombres/mujeres anuncio con carteles que ofrecían servicios a domicilio de dentista para colocar brackets o intervenciones de cirugía estética, por ejemplo, a precios extremadamente económicos. Pero bueno, también vimos anuncios ofreciendo arreglos de colchones igualmente a domicilio "si están mojados, quejumbrosos...".
Durante algunos días comprobamos lo habitual en el país de que las madres caminen por la calle o vayan en metro con bebés en brazos, y no en trayectos cortos precisamente. Al final entendimos que se debía a los precios de los carritos, sin duda inalcanzables para muchas familias.

En Cartagena de Indias tuvimos una clase sobre aldabas durante el free tour por la zona antigua amurallada.

Los había de todo tipo y diseño, algunos realmente atractivos.


El guía nos explicó que si eran grandes y estaban en la parte principal de la puerta, y a cierta altura, eran para que el señor de la casa lo utilizara cuando venía a caballo.


En cambio, si eran más pequeños y sobre una puerta más estrecha dentro del portalón, se destinaban a la servidumbre. Sonaban diferente y el servicio sabía de inmediato como debía actuar.


Tampoco eran infrecuentes los carteles sobre la conveniencia de hacer las necesidades fisiológicas en lugares y de modo adecuado. Y con la debida atención.


Recogemos un par de ellos como muestra de la imaginación de sus autores.


Tampoco queremos dejar de lado la bromita que familiares de alguno de los viajeros en las redes sociales a cuenta de la excursión en quad realizada en Villa de Leyva. Realmente, nos hizo gracia.

DICCIONARIO COLOMBIANO DE URGENCIA

Y para concluir, queremos facilitar a quien piense en visitar Colombia un resumen de palabras y dichos que nosotros tuvimos que aprender, y a veces paladear, sobre la marcha. 
Con estos términos o frases de uso común en Colombia, pero que tanto sorprenden al viajero español, despedimos este blog, en el que hemos resumido nuestra estancia de un mes en el país. Un viaje que recomendamos a quien quiera conocer un lugar realmente interesante y a la vez complejo, y una gente cercana y amable que se desvive con el viajero. Eso sí, "sin dar papaya".

Aquí van:

- A la orden, llamada de los vendedores ambulantes para reclamar tu atención, o saludo del camarero al atenderte.
- Direccionales, intermitentes de los vehículos.
- ¡Los direccionales no gastan gasolina!, queja de conductores cuando otros no ponen los intermitentes.
- Regáleme su merced..., forma amable de reclamar tu atención.
- Tanquear, echar gasolina.
- Hay más trampas que ratones, aludiendo a los riesgos de cualquier proyecto en el que se pretende ganar dinero.
- Trapiche, ingenio azucarero donde se obtiene la panela.
- Con gusto, respuesta del camarero cuando le pides algo.
- Se empata la vaina, se enreda la cosa.
- Pila con los pelaos, cuidado con los niños.
- Estamos llevando del bulto todos, algo que afecta a todos o a un grupo.
- Contraflujo, conducir en sentido contrario.
- Juan es muy berraco, se empeñó y consiguió algo.
- Muy bacano, muy bueno.
- Partieron cobijas, cuando una pareja se separa.
- ¿Les provocaría tomar algo?, ¿Qué les apetece tomar?
- Pitillo, pajita para sorber un zumo.
- Al clima, beber algo del tiempo.
- Qué pena, disculpen.
- Pico y placa, sistema para rotar los coches en la ciudad según su matrícula, limitando los que pueden circular.
- Comparendo, multa de tráfico.
- Papaya puesta, papaya partida, cuando hay una oportunidad hay que aprovecharla... aunque no sea ética.
- Buseta, autobús pequeño.
- ¡Qué chévere!, estupendo, buenísimo, gracioso.

Y para la despedida, una imagen de nuestra interesante visita al Museo del Oro de Bogotá, de la que ya hablamos en la primera entrada del blog.



¡ HASTA LA PRÓXIMA !

1 comentario:

1) Bogotá, una megalópolis cálida con el viajero

El 13 de enero de 2023, un grupo de seis gallegos aterrizamos en el aeropuerto de Bogotá para recorrer el país durante un mes. No fue un via...